Al grupo de 5º B se les ha asignado la categoría de literatura de aventuras.
SEGUNDA SESIÓN LEEMPRENDEDORES, lunes 17 diciembre
Los chicos han visto los trabajos que habían entregado anteriormente
TERCERA SESIÓN LEEMPRENDEDORES
El otro día tuvimos la tercera sesión con 5º B y sus aventuras.
Ya hemos decidido como se va a desarrollar la historia. Viajaremos en una máquina del tiempo a distintas épocas y lugares de Aragón:
- viajaremos a Cetina para celebrar la boda de Francisco de Quevedo en el año 1634
- nos trasladaremos a Siresa en el pirineo aragonés para conocer a Alfonso I el Batallador y como fue su estancia en el monasterio de San Pedro.
- y nos iremos a la provincia de Teruel para ver a los dinosaurios.
El nombre de nuestra colección es "Aventuras hasta el fin".
Vaya aventuras vamos a vivir!!! ¿Cómo se las arreglaran nuestros protagonistas para ir a sitios tan dispares y conocer gente tan diferente?
Habrá que esperar a la siguiente sesión para descubrirlo.
Aquí os dejamos lo que han trabajado los chicos hasta ahora.
Tercera sesión 5º B from leemprendedores2012
CUARTA SESIÓN LEEMPRENDEDORES
Como tenemos varias historias en lugares similares vamos a intentar fundirlas en una sola historia.
Aquí os dejamos lo que han escrito.
Un día mis amigos y yo decidimos ir a visitar a nuestro amigo científico que está un poco majareta. Se llama Alberto tiene el pelo rizado y unas gafas muy grandes, y aunque tenga 10 años y sea un poco torpe jugando al fútbol es muy listo. También va a mi clase con Jorge, un niño repetidor y muy travieso de 11 años, pelirrojo y con muchas pecas, con Paula de 11 años también es repetidora y estudia mucho desde que repitió y además es muy tímida y con una melena morena muy larga y yo Sonia tengo 10 años, dicen que soy guapa porque tengo el pelo rubio, corto como un chico y ojos azules, además me encantan las aventuras.
Después de un invierno tan
frío, con impresionantes nevadas y temperaturas bajo cero, llegaba una agradable primavera. Por fin las calles de Galve estaban llenas de
niños. En invierno no se ve a nadie.
CUARTA SESIÓN LEEMPRENDEDORES
Ayer 11 de marzo tuvimos la 4ª sesiónn de Leemprendedores, elegimos el logotipo de la editorial y los chicos tienen que terminar de perfilar las historias, tienen que leerselas y comentar que cambiarían o añadirían para mejorar la historia.
Como tenemos varias historias en lugares similares vamos a intentar fundirlas en una sola historia.
Aquí os dejamos lo que han escrito.
LA MÁQUINA DEL TIEMPO
Un día mis amigos y yo decidimos ir a visitar a nuestro amigo científico que está un poco majareta. Se llama Alberto tiene el pelo rizado y unas gafas muy grandes, y aunque tenga 10 años y sea un poco torpe jugando al fútbol es muy listo. También va a mi clase con Jorge, un niño repetidor y muy travieso de 11 años, pelirrojo y con muchas pecas, con Paula de 11 años también es repetidora y estudia mucho desde que repitió y además es muy tímida y con una melena morena muy larga y yo Sonia tengo 10 años, dicen que soy guapa porque tengo el pelo rubio, corto como un chico y ojos azules, además me encantan las aventuras.
Bueno
a lo que iba, estábamos yendo hacia la
casa de Alberto que vive a las afueras de Teruel en un chalet muy grande para
jugar con él. Entonces alguien gritó ¡lo conseguí! , las voces salían del
garaje de casa de Alberto, corrimos para ver qué pasaba y entonces vimos a Alberto en una máquina enorme y nos dijo.
-
Chicos pasar.
¿Qué
es esto? Pregunto Paula.
-¡Esto es mi máquina del
tiempo. Contesto Alberto
-¡
Que guay no! esto es la monda, ¿para qué
sirve esto? preguntó Jorge
-
¡ No lo toques ¡ gritó Alberto. Es un reloj que altera la hora de toda la
Tierra provocando el día y la noche. Cuanto más atrás pongas la palanca, la
época irá hacia el pasado y si la mueves hacia adelante iremos al futuro.
¿Qué os parece si la probamos un poco?, por
ejemplo un día, así veremos las notas del examen que hicimos ayer, seguro que
Jorge va a catear.
Ya
habló el listillo, seguro que esta vez apruebo por que estudié mucho dijo
Jorge.
-Yo
no lo digo si no la máquina. Además
también nos podemos meter dentro de lo que sale en la pantalla por este
aparato de aquí y podemos ver que sucede en otras épocas
-Entonces
podemos ir a la época que queramos preguntó Paula
-Pues
claro que si.
-Pero
primero, os voy a enseñar como funciona la máquina
La
máquina del tiempo se parecía mucho a uno de esos contenedores para reciclar
cristal , solo que era mucho mas grande y tenía una antena en forma de espiral
en la parte de arriba y era de un metal muy brillante. Dentro tenía dos pisos,
en la parte de abajo había una especie de asientos en forma de banco con sus
correspondientes cinturones de seguridad y una caja bastante grande en el
centro que según nos explicó Alberto era la fuente de alimentación y sobre esta,
un panel de mandos lleno de luces y con una pequeña pantalla que nos permitiría
ver el paisaje exterior de la época a la que fuésemos, en la parte posterior
del panel había una escalerilla para subir al piso de arriba. Allí estaba el
puente de mando desde donde Alberto y
alguno de nosotros de copiloto, controlaríamos la nave. Allí estaba el
superordenador central. Aquí tenemos el cargamento de energía, explico Alberto, este botón nunca se debe
tocar a menos que yo os lo diga
-Pero
¿Por qué? Pregunto Paula
Porque
si no, el sistema del superordenador empezaría a fallar y la máquina del tiempo
explotaría y además la onda expansiva soltaría radiación nuclear en la que todo
Aragón quedaría completamente destruido contesto Alberto
-Y
entonces ¿para qué pones la palanca de auto destrucción? Porque es una palanca de autodestrucción si
no me equivoco
Dije
yo
-Pues
porque aun no he acabado de perfeccionarla
Dijo
Alberto
Paula
dijo que se iba a hacer un recado que le había mandado su madre y que luego
regresaría para concretar los detalles. Jorge como de costumbre estaba haciendo el tonto y no se enteraba de nada.
Seguro que mañana mete la pata pensaba yo. Alberto mientras tanto estaba retocando
algunos detalles y dijo que probaría el superordenador central.
Y
yo le estaba intentando convencer a Jorge para que se bajara y no tocara nada
no fuera que se cargara todo Teruel antes de comenzar nuestra aventura.
Ya
está, dijo Alberto, la he conseguido
programar y a hora en la autodestrucción
solo se desintegrara la máquina del
tiempo y el paisaje de Aragón seguirá estando igual.
Perfecto,
dijo Paula, que acababa de regresar, pero creo Alberto que deberías explicarnos un
poco como funcióna. Es muy fácil, programas el ordenador con la fecha y la hora, el lugar donde quieres ir y
ya está.
¿Cuándo
nos teletransportamos? Preguntó Jorge
Tranquilo Jorge que el pasado nunca se va a
ir le conteste y para ya de una vez que
me pones nerviosa.
-Ya
lo se pero tengo tantas ganas de ir
Entonces
tenemos que preparar todo para mañana. Recordad traer una mochila con algo de
comida y lo que creais que podamos necesitar, una brújula, un saco de dormir,
pero no muchas cosas, ya veis que el
espacio es un poco pequeño.
Yo
cogeré el móvil de mi madre por si nos perdemos que nos vengan a buscar dijo
Paula. Tu eres tonta niña, si vamos a cualquier época anterior a la nuestra los
móviles no funcionaran dije yo.
Entonces
todos de acuerdo, mañana a las 4,30 cuando salgamos del cole, todos a mi casa.
La máquina estará completamente terminada. Una cosa muy importante esto no debemos decírselo a
nadie y sobre todo tendremos que tener muchísimo cuidado, no sabemos que
podremos encontrar.
Pero
todavía no hemos decidido a que época ir dije yo.
Si
tienes razón, contesto Alberto . ¿Qué época os gustaría visitar?
Todos nos quedamos pensativos.
Jorge
que como os he contado era el más
atrevido dijo, a mi me gustaría ver la época musulmana y ver como
hicieron las torres de San Martin y el Salvador de la ciudad.
Pues
este verano pasado mi padre me llevó a un sitio aquí, cerca de Teruel, donde se
pueden encontrar restos de fósiles, amonites etc. Y me dijo que cerca de
Concud también se encontraron huesos y
dientes de animales prehistóricos y que el valle del Jiloca se parecía a la
Sabana africana y allí vivían tigres con dientes de sable y unos caballos pequeños que se
llamaban Hyparion.
Pues
yo he pensado dijo Alberto con su cara seria y enigmática que ya que todos
hemos ido de excursión a Dinópolis y conocemos un poco la zona de los
alrededores de Teruel, Galve,Riodeba,Mora , etc podríamos comprobar si lo que han estudiado los científicos es
cierto., ¿Qué os parece si vamos a la época de los dinosaurios?. Hasta podemos
tomarles fotos y luego llevarlas al laboratorio de Dinopolis, seguro que
alucinan.
Ala
siiii! Exlamó Jorge entusiasmado por la
idea.
¿Todos
de acuerdo? Preguntó Alberto
Siiiiiiiiiiiiii Dijimos todos a la vez
Entonces
hasta mañana a las 4,30.
Todos
nos fuimos a casa para hacer los
deberes. Cuando llegue a casa y terminé
los ejercicios que nos habían mandado estaba un poco nerviosa y mi madre
lo noto, pero tal y como habíamos prometido no le dije nada de nuestros planes.
Casi no pude dormir y además tuve un monton de sueños raros Por la mañana nos reunimos
los amigos y a todos nos había pasado lo mismo. Casi no comimos y cuando por
fin toco la sirena del colegio todos nos fuimos a casa de Alberto.
Cuando
llegamos a casa de Alberto ya estaba todo preparado, nos subimos a la máquina
del tiempo y Jorge y Paula se abrocharon los cinturones de seguridad. Alberto
me dijo que si quería subir con él y ser su copiloto, porque sabe que soy muy
aventurera y no me asusto fácilmente. La verdad es que si estaba un poquito
asustada.
Alberto
dijo : ¿Todos preparados? y pulso el botón de arranque, la máquina comenzó a
hacer un fuerte ruido y una luz intensa lleno toda la nave. En unos pocos
segundos estábamos en la fecha y el lugar programados por el superordenador:
en Riodeva 150 millones de años atras
Desde
la pantalla del ordenador vimos que habíamos llegado a una hermosa pradera con
una hierba muy verde y algunos árboles muy altos. Un poquito mareados nos
bajamos y empezamos a caminar. La hierba nos llegaba casi hasta las rodillas y
a lo lejos vimos algo que se movía, nos escondimos detrás de un árbol
gigantesco y vimos el Aragosaurio, lo conocimos porque lo habíamos visto en
Dinópolis, estaba con su cría comiendo tranquilamente. Nos miró pero parecía
que no estaba asustado, era enorme como el tranvía, con un cuello y una cola
larguísimos.
Durante un rato estuvimos jugando y corriendo
por la pradera y vimos otros dinosaurios que también parecían muy tranquilos. Allí
estuvimos jugando con los dinosaurios y también por las montañas .Paso todo el
día y casi no nos dimos cuenta de que estaba anocheciendo tuvimos que sacar los
sacos de dormir porque ya era de noche
Estuvimos
toda la noche con frio
Al
día siguiente volvimos a jugar con los dinosaurios hasta que en un momento
llego un dinosaurio enorme que daba mucho miedo al rugir y entonces Alberto
dijo
-Fascinante
es un t-rex me habría gustado incorporarlo en mi investigación sabéis una cosa
que dicen los libros que puede llegar a correr 30 kilómetros por hora de
velocidad pero de eso me voy a encargar para saber si corre esos 30 kilometro
por hora
-Si
estupendo y ¿Cómo? porque nosotros no corremos tanto
Dijo
Jorge y de repente dijo Alberto
-Ups
en eso no había contado
-Además
¿quien se va a llevar un aparato para medir kilómetros eso no es normal? Dijo
Jorge .
-Pues
yo! y además se llama cuenta kilómetros
Dijo
Alberto enfadado
-Perfecto
nos persigue un dinosaurio y vosotros discutiendo
Tenía
unos dientes enormes y olía el aire como si notara algo extraño. Jorge que
llevaba la cámara disparó una foto y entonces el dinosaurio empezó a correr
hacia nosotros. Muertos de miedo empezamos a correr hacia la máquina. Cuando
llegamos no podíamos ni respirar.
Alberto
empezó a conectar el superordenador pero teníamos un problema, no arrancaba.
Dentro sentíamos que la máquina se balanceaba porque el T-Rex la estaba
golpeando. Estábamos muy nerviosos, hasta que Paula se dio cuenta que Jorge
tenía pillada la cámara en la escotilla de entrada y no cerraba bien.
Entonces
Alberto dijo: Jorge da una patada a la puerta para que cierre bien. Jorge lo
consiguió y la máquina empezó a funcionar.
En
unos segundos estábamos otra vez en el garaje
de Alberto, nadie se había dado cuenta de que no estábamos, pero la
cámara digital se había achicharrado y no teníamos ninguna foto.
No
nos importó, volveríamos a ir a otra época. Quizá la próxima vez investigásemos
sobre el Teruel mudéjar o a lo mejor algo más interesante podríamos ir al
FUTURO.
AVENTURAS HASTA EL FIN…
Un viaje con los
dinosaurios
Cuatro amigos suelen quedar
todas las tardes para jugar; son Jorge, Sonia, Alberto y Paula. Jorge es un chico pelirrojo, con la cara
llena de pecas, tiene once años y es muy alegre y bastante travieso. Sonia
tiene diez años, es rubia con ojos azules. Lleva el pelo corto. Le encantan las aventuras. Alberto también
tiene diez años, su pelo es rizado y lleva gafas. Es el más despistado y a veces es un poco
torpe. Y la última que falta por conocer
es Paula, es una chica de once años con una melena morena muy larga; es muy
estudiosa y un poco tímida.
Sus juegos favoritos son el
escondite y polis y cacos, pero lo que más les gusta es investigar cosas de
dinosaurios. En su pueblo se han
encontrado muchísimos restos de dinosaurios.
Un día, jugando al escondite,
Alberto se encontró un huevo muy raro, fue a enseñárselo a sus amigos. A Paula le resultaba familiar. ¿De qué me suena este huevo?, dijo Paula.
-¡Ah, claro! Ya sé. Vamos a mirar mi libro de dinosaurios.
Los demás se preguntaban de
qué hablaba pero le siguieron el rollo.
Paula cogió su libro y vio
que ese huevo se parecía muchísimo a los huevos del Aragosaurus.
¿Qué? ¿Arago… qué?, le
preguntó Sonia. Paula les explicó que el
Aragosaurus era un dinosaurio que vivió en el Cretácico inicial, en la zona
donde ahora viven ellos. Medía dieciocho
metros de largo y veinte metros de alto.
Su nombre quería decir: reptil de Aragón.
Jorge, fascinado por lo que
estaba contando Paula, le preguntó si sólo había un dinosaurio. - ¡¡¡NO!!! Había muchos, otro que me encanta
es el Turiasaurus riodevensis, que se encontró en Riodeva.
Sonia propuso devolver el
huevo a su madre. ¿Por qué no?, dijo
Alberto; así podemos vivir una aventura más, seguro que por el camino hay
muchos peligros.
Todos juntos gritaron: -
¡¡Vayamos a la máquina del tiempo!!
Estaban tan contentos que
empezaron a preparar todo para el viaje.
Menos mal que Jorge se acordó de la comida, iba a ser un viaje
largo. Cogieron un bocadillo de bacon,
queso, lechuga y tomate y sus cantimploras llenas de agua. Metieron el huevo, con mucho cuidado, envuelto
entre algodón, en la mochila de Sonia.
Ya estaban listos. Otra aventura de los cuatro amigos estaba a punto de
comenzar.
Paula se puso al mando.
– Alberto, pulsa ese botón
azul. Jorge, baja la palanca. Yo me encargo de poner el año al que vamos…
hace ciento veinticinco millones de años.
Agarraros fuerte.
-¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Plof,
plof, plof, plof!
¡Hala, qué bonito!, dijeron
los cuatro a la vez.
Bueno… dejémonos de paisajes
y busquemos a la madre, dijo Sonia. Lo
mejor será que saquemos un mapa por la impresora para situarnos bien en este
lugar. No les sirvió de mucha ayuda
porque el mapa que se imprimió era el del super continente Pangea; habían olvidado que en esa época aún no
existían los continentes, sólo había uno.
Decidieron emprender la
marcha pero antes debían esconder la máquina del tiempo; era muy peligroso dejarla allí a la vista
porque algún dinosaurio la podía romper.
Lo primero que tenían que hacer era reducirla de tamaño con el botón
rojo, así era mucho más sencillo esconderla detrás de las rocas y taparla con
ramas para que no la vieran.
Era una misión difícil,
encontrar a la mamá dinosaurio y devolverle su huevo. Nada más empezar, se encontraron con dos caminos. Tenían que tomar la primera decisión. No fue difícil. Alberto vio unas huellas en uno de los
caminos y Paula cogió su libro para comprobar que, efectivamente, se trataba de
huellas del Aragosaurus. Todos juntos
emprendieron el camino de la izquierda.
Llevaban mucho rato
caminando, casi no tenían fuerzas para continuar; era el mejor momento para
comer el bocadillo y descansar. Así lo
hicieron. Continuaron su recorrido y
llegaron a un laberinto. Estaba muy
oscuro pero Sonia buscó en su mochila y encontró una linterna. Parecía que había pocas cosas pero cuando la
luz de la linterna iluminó el lugar, comprobaron que estaba lleno de
bichos. Escaparon, corriendo a toda
prisa, hacia el centro del laberinto. No
sabían aún que allí estaba la clave para resolver su misión.
Como por arte de magia,
llegaron a una hermosa laguna donde descansaba el Aragosaurus padre; era un
lugar casi secreto, que sólo él conocía.
Lo cierto es que se extrañó un poco al ver llegar a los cuatro amigos,
todos se quedaron paralizados.
Sonia, cuidadosamente, sacó
el huevo y se lo enseñó; una enorme sonrisa apareció en la cara de ese
dinosaurio. Había recuperado a su bebé. Les guió hacia el lugar donde vivían, allí
estaría la madre, llorando sin parar.
Por más que había buscado, no había podido encontrar el huevo de su
bebé.
El camino fue muy largo y
duro, tuvieron que subir montañas muy grandes y atravesar bosques que parecían
encantados. Finalmente llegaron al lugar
donde se encontraban todos los dinosaurios.
Para sorpresa de todos, la mamá Aragosaurus dijo que ese huevo no era
suyo.
Los niños comenzaron a buscar
el huevo de dinosaurio. Buscaron bajo
las rocas, detrás de los árboles, en la tierra, hasta que Jorge por fin lo
encontró.
Lo más sorprendente de todo
fue que los dos huevos empezaron a romperse; del que estaba guardando Sonia
salió un pollito y del otro, un bebé Aragosaurus.
Los dos bebés se pusieron a
jugar juntos.
(Si deseas saber lo que sucedió después, no olvides leer el próximo libro)
07:45 a.m.
Alberto está muy asustado, piensa que no va a volver a
ver a sus amigos nunca más. De nuevo, se
encuentra atrapado en el bosque siniestro.
Corre y corre sin parar pero no consigue escapar de allí.
08:00 a.m.
Suena el despertador.
Alberto se cae de la cama, asustado, envuelto en su manta. Gracias al reloj ha terminado esa horrible
pesadilla. Creía que seguía atrapado en
el viaje en el tiempo pero no era así.
Todos habían vuelto sanos y salvos a casa, hasta el pollito.
Su madre le estaba esperando en la cocina con el desayuno
preparado. Ella no tenía ni idea de lo
que había ocurrido.
- ¿Te encuentras bien, hijo?
- Tranquila mamá, estoy bien. No te preocupes por mí.
Mientras se bebía el Cola-Cao recordaba la aventura que
habían vivido él y sus amigos con los dinosaurios. Cogió su mochila y salió corriendo hacia la
escuela.
Sonia y los demás le estaban esperando. La vuelta no había sido complicada, todo
había salido a la perfección. Lo más
duro fue la despedida de los Aragosaurus.
Paula lloró un poquito. Seguro
que algún día volverían a visitarles.
Cuando regresaron al año 2013 era ya de noche. Escondieron la máquina rápidamente para que
nadie la encontrara y se fueron a sus casas, excepto Sonia que debía terminar
su misión, entregando el pollito a su mamá.
Al día siguiente era día de cole y estaban agotados.
Al entrar a clase quisieron contar a sus compañeros la
aventura que habían vivido. Nadie se creía su historia. Por suerte Jorge se había llevado la cámara
de su madre al viaje y tenía una prueba.
Si alguno visitáis los museos del Territorio Dinópolis
seguro que encontrareis su foto.
SIRESA
Esta es la historia que les ocurrió a cuatro
chicos. Se llamaban Francho, Acher, Alicia y Martina de diez años de edad. Los cuatro eran de estatura normal.
Francho tenía el pelo negro y despeinado,
era fuerte, un poco travieso y corría mucho. Acher era rubio, con pelo largo y
liso, despistado y torpe, Alicia con pelo castaño corto, rizado, con gafas, muy
alegre y Martina que tenía el pelo negro liso era estudiosa y tímida.
Un día al
anochecer, jugando al escondite en el parque
de la Aljafería, entre unos matorrales se encontraron con una máquina. Todos se
quedaron con la boca abierta y los ojos como platos. La máquina era muy grande,
redonda, verde, con un aro alrededor, una puerta grandísima y escaleras
mecánicas para subir a ella. Francho y Alicia se querían subir pero a Acher y Martina
no se atrevían, Francho empujó a Acher y
Alicia a Martina metiéndolos en la
escalera, sin poder salir de ellas y cuando llegaron arriba se cerró la puerta,
quedándose encerrados.
Dentro de
la máquina había una sala con un gran sofá, ventanas y una tele enorme. Los
cuatro amigos miraron si había alguna puerta para salir. Detrás del sofá había
una puerta, entraron y allí estaba el baño con su retrete, lavabo, ducha, yacusi.
Allí había otra puerta, entraron y era
la sala de control, donde había ordenadores, cámaras, pantallas donde se veían
unos signos muy raros, impresoras, una mesa muy grande con sillas giratorias.
Los niños al ver todo aquello se quedaron boquiabiertos, mirando todo eso muy
asombrados. Las dos chicas se morían de miedo. De repente en una de las
pantallas salió un mensaje que dijo lo que no tenían que tocar, el despistado de Acher se apoyó en una
palanca (la de arranque) hasta que se cayó y detrás que había
una ruleta, la movió y dio varias vueltas. La máquina empezó a moverse.
Los cuatro se asustaron con semejantes ruidos y ayudaron a levantar a Acher. Miraron que la
ruleta se había parado en la prehistoria, Francho, como era tan curioso miró
por los ordenadores, y empezó a tocarlos. Las dos chicas al ver eso, gritaron a la vez:
-¡No lo
toques!
Pero…fue
demasiado tarde.
Le había
dado a una tecla y en la pantalla apareció: PIRINEO ARAGONES.
Los cuatro
chicos se dieron cuenta que era una máquina del tiempo, con la que se podían
mover de unos años a otros. De la prehistoria a la edad moderna.
Cuando paró
de moverse, se bajaron los cuatro. El primero era Francho, que quería hacerse
el chulo delante de las dos chicas (aunque
iba muerto de miedo), detrás,
agarrándolo de la mano iba Alicia, después Martina y el último con muchísimo
miedo, agarrando a Martina por donde podía, iba Acher. Martina gritó:
-¡Acher que no me dejas respirar ni ver por donde voy!
Se
encontraron un paisaje lleno de nieve, con montañas muy altas y un rio muy
pequeño que recorría todo el valle. De repente vieron pasar un ciervo y detrás
iban unos hombres que parecían cavernícolas, se asustaron y se escondieron
debajo de unas piedras que ellos no sabían que eran dólmenes. Esperaron y cuando vieron que esos hombres habían
desaparecido, se metieron corriendo en la maquina.
Dolmen
situado en Aguas tuertas y donde se escondieron los cuatro amigos.
Francho
se dio cuenta de que la palanca y la ruleta que había tocado antes Acher servía
para arrancar e ir a otros tiempos.
Les
preguntó, a sus tres amigos, a que época querían viajar, y ellos contestaron a
la vez:
-¡Al siglo
XXI!
Francho,
empezó a dar vueltas a la ruleta, y se quedó corto parándose, en el siglo XI.
Cuando la máquina del tiempo estaba en funcionamiento, Francho se dio cuenta de
que se había equivocado de siglo. No sabía cómo decírselo a sus amigos y empezó
a decir tartamudeando y con un nudo en la garganta:
-
¡Me, me,
me, me, me he con,con,con,confundido de ssssssssiglo!
-
¿Qué
dices?- contestó Alicia
-
¡Habla más
fuerte! –dijo Martina
-
¡….y más
claro, que no te hemos entendido nada!-dijo Acher.
Francho
empezó a ponerse rojo y muy nervioso, porque no sabía cómo explicárselo a sus
amigos, se lo calló y salieron todos a la sala donde estaba la televisión.
Mientras veían una película, se oyó un ruido extraño y que la máquina se
empezaba a parar. Acher, Martina y Alicia, dijeron gritando:
-
¡Ya estamos
en la edad Moderna!
Francho,
murmuró:
-
No lo sé,
no, lo sé……me parece chicos que aún no hemos llegado, me equivoqué al darle a
la palanca y en vez de darle al siglo XXI, le he dado al siglo XI no os
enfadéis conmigo ¡ha sido sin querer!
Los tres
amigos vieron que Francho lo estaba pasando muy mal y hablaron entre ellos. Y
cuando acabaron de hablar, Martina dijo:
-
No estamos
enfadados contigo, pero la próxima vez nos lo dices cuando lo acabes de hacer,
¿vale?
Francho se puso rojo, y les prometió que
cuando pasara algo se les diría lo más rápido posible.
Entonces,
miraron por el ventanal, pero no podían ver nada, por la cantidad de ramas que
había a su alrededor.
Bajaron de
la máquina, sabían que estaban en el Pirineo Aragonés, porque no habían tocado
el ordenador que decía los lugares a los que podían viajar.
Taparon
toda la parte de la máquina que se podía ver. Al terminar miraron a su
alrededor, y vieron un camino y empezaron a caminar por él, hasta que al final
del camino vieron unas casas y una
iglesia muy grande. No sabían dónde estaban, a lo lejos vieron a unas personas
trabajando en el campo. Vestían de una forma muy diferente a como iban vestidos
ellos. No podían bajar al pueblo así.
Volvieron a
la máquina y encontraron en un baúl, ropa de todas las épocas. Cogieron una
bolsa donde ponía Siglo XI. Los chicos se tuvieron que poner, como unas faldas
cortas y encima unas faldas más largas abiertas por los lados, un chaleco de
piel de conejo y un gorro de tela. Las chicas se pusieron unas túnicas y un
manto por encima y un pañuelo en la cabeza. Los colores de estos trajes eran
amarronados. Al verse así vestidos les
dio un ataque de risa y volvieron a salir al exterior, bajando al pueblo.
Se dieron
cuenta que no hablaban como ellos. Hablaban una lengua un poco rara, aunque era
fácil de entender.
Se
acercaron a una casa y les invitaron a que entraran dentro. Allí vieron que Vivian
más de una familia, y los animales domésticos Vivian junto a ellos. Les
ofrecieron comida, que más bien era escasa, les dieron un trozo de pan negro, algún vegetal, un trozo para
cada uno de caza menor (liebre) y unos frutos silvestres. Todo esto lo servían
en platos de barro, no tenían cubiertos y comían con las manos. Como los niños
tenían tanta hambre se comieron todo. Después el campesino les enseñó todo el
pueblo, y finalmente llegaron a la iglesia.
La iglesia
era muy grande, y allí Vivian unos monjes, por eso era un monasterio. Se
acercaron a hablar con ellos, y les enseñaron como era el monasterio por dentro,
les enseñaron una biblioteca muy grande, donde había muchos libros, y les
contaron que el monasterio tiene tantas esquinas como días tiene un año. Acher
como era tan incrédulo no se creyó esta historia, y les propuso a sus amigos el
contar todas las esquinas que tenía el monasterio.
Mientras
estaban contando las esquinas, vieron a dos personas con unas armaduras que
estaban dando clases con unas espadas grandes. Francho al ver esta escena
gritó:
-
¡Cuidado
que os podéis hacer daño!
Al oír el grito las dos personas se giraron, se
quitaron la armadura, y los cuatro amigos vieron que uno de ellos era un joven
de unos 15 años. El joven se acercó y les preguntó que como se llamaban, porque
nunca los había visto por esa zona. Francho le contestó que no los podía
conocer porque venían de muy lejos, y por eso hablaban diferente. El chico se
presentó, y les dijo que se llamaba Alfonso, que era el hijo de Sancho Ramírez,
rey de Aragón y Pamplona y de Felicia de Roucy. Martina y Alicia al oír que era
un príncipe se quedaron con la boca abierta, sin saber que hablar.
Alfonso les
explicó, que él no iba a ser rey, porque tenía un hermano mayor que se llamaba
Pedro y que este sería rey, pero a él lo estaban formando en ¨letras¨, arte
militar, y en tareas de gobierno para ser un señor feudal. Esta educación era
muy religiosa. También les explicó, que aunque se estaba formando allí, él
vivía en un palacio cerca de allí, con su tía la condesa Doña Sancha y les
invitó a ir al palacio.
Los cinco
amigos llegaron al palacio. Francho, Martina, Alicia y Acher, se asombraron
porque vieron como se vivía allí. Las dos chicas se creían que eran princesas. Allí
los nobles vestían con ropas de muchos colores. Alfonso le preguntó a su tía si
les dejaba salir a jugar, le dijo que sí.
Entonces
Francho y Acher, hicieron¨ pasitos¨ para jugar a ¨polis y cacos Alfonso se les
quedó mirando extrañado y les preguntó que juego era ese, se lo explicaron y
Alfonso no lo entendía y por eso les preguntó si querían jugar al escondite, y
los cuatro amigos dijeron que si.
Se hizo la
hora de cenar, y vieron la diferencia de comida que había en el palacio con la
que les había dado el campesino. Allí comieron de primer plato la fruta. Acher
asombrado dijo:
-
Aún no
hemos cenado y ya nos dan la fruta. ¡Pues a mí las tripas me hacen ruido!
Martina dijo:
-
Pues… ¡a mí
también me rujen las tripas!
La tia de Alfonso les preguntó que después de esos
entremeses que eran lo que querían para cenar. Acher le pregunto que si había
¨pizza¨, Alfonso y su tia se miraron entre ellos muy extrañados, Francho dijo:
-
No le hagan
caso, que hay veces que dice muchas tonterías.
Los sirvientes les trajeron sopa y carne, cuando
terminaron todos de cenar fueron a la habitación de Alfonso, a jugar un rato al
ajedrez y a las damas.
Alfonso y
su tia les invitaron a quedarse a dormir en el palacio, ya que al día siguiente
irían a dar una vuelta por los alrededores, para que los cuatro amigos
conocieran el Pirineo de Aragón.
Al
día siguiente, al amanecer, se fueron a recorrer diferentes sitios.
Subieron rio arriba hasta llegar a un
sitio en el que tuvieron que seguir un camino alejado del rio, porque había un
salto de agua muy grande. Alfonso les dijo que a ese sitio le llamaban “La boca
del infierno”, pero que no sabía por qué. Siguieron caminando y se encontraron
con el campesino, que el primer día les dio de comer junto a él llegaron a un
lugar llenos de árboles. El campesino les dijo que aquello era la Selva de Oza.
Les enseñó a los cinco amigos los montes de los alrededores, como el Castillo
de Acher, que tenía forma de castillo, y Acher dijo:
-
¡Anda! ¡Ese
monte se llama como yo!
También
vieron otros montes como Peña Forca, Chipeta, y les dijo que si seguían por los
caminos llegarían a unos lagos muy grandes que les llamaban ibones, como el Ibón de Estanés y el Ibón del Acherito. Y que si
seguían andando llegaban a otro país llamado Francia. Durante esta excursión
vieron diferentes animales, como jabalíes, liebres, gamos, ciervos, sarrios…
que corrían asustados al verlos
Bajaron al
pueblo muy cansados, cenaron y se fueron a dormir. Durante los días siguientes
fueron a ver otros paisajes y cómo trabajaban los campesinos en el campo. Se
dieron cuenta que trabajaban con herramientas de madera.
Un día
paseando por los alrededores del monasterio se encontraron con una cueva. Todos
querían entrar, pero un campesino que los vio, no les dejó porque había una
leyenda sobre esa cueva y se la explicó. Era la leyenda de la mora.
¨ Un pastor
cuidando a su rebaño, descubrió una cueva. Dentro había joyas, en medio de la
cueva, había una mujer peinándose y cuidando el tesoro. La mujer era de cintura
para abajo serpiente y de cintura para arriba mora. El pastor vio un cáliz, lo
cogió y empezó a correr. Fue descubierto por la mora, y empezó a correr tras
él, llegó hasta Siresa, le pidió a San
Pedro que le abriera las puertas. La mora le estaba alcanzando, de repente las
puertas se abrieron, el pastor paso y se cerraron cuando la mora le alcanzaba.
La mora con la cola dio a la puerta, la mora se transformó en piedra y aun está
la marca en uno de los sillares del corredor de la entrada.¨
Al escuchar
esta historia, les dio miedo entrar. Alfonso tuvo que irse al monasterio a
hacer sus clases, mientras los cuatro amigos, jugaban con los demás niños del
pueblo, les ayudaban a sus tareas…
Un día, que
Alfonso, no tuvo que ir al monasterio a hacer sus clases, fueron con los del
pueblo a hacer una fiesta de la caza del oso en la Boca del Infierno Alfonso
también iba a cazar aunque de vez en cuando se paraba a jugar con sus amigos.
Mientras esperaban a la hora de comer, todos los niños y niñas jugaban al
escondite. Alfonso se escondió detrás de
una piedra y se puso hojas por todo el cuerpo menos la cabeza vio pasar a todos
sus amigos porque era el ultimo que quedaba de los niños por ver, cuando se
puso de pie se cambio de escondite detrás de un árbol y oyó una respiración se
giro y era un oso herido gritó lo más que pudo
-
¡Un oso me
va a atacar!
De repente
aparecieron todos los vecinos de la villa con palos y le salvaron del oso que
le quería atacar.
Alfonso les dio las gracias y se bajaron todos al
pueblo. Alfonso agradecido de que le salvaran la vida, nombró a los chesos (personas
que vivían en el valle de Echo) Monteros Reales.
Los cuatro
amigos y Alfonso se fueron al monasterio de Siresa porque tenía que ir a aprender lucha con espada, antes de que
entrara a la iglesia le dijeron que iban a conocer otros lugares. Se
despidieron y se fueron por el camino por el que habían bajado. Le quitaron
todas las ramas con las que habían envuelto la máquina. Entraron en ella y se
pusieron la ropa que tenían cuando entraron en la máquina.
Francho puso la máquina en marcha fijándose
muy bien que ponía el siglo XXI para volver a casa. Cuando llegaron a la
Aljafería se dieron cuenta de que se había parado el tiempo, se fueron a sus
casas para irse a dormir.
Al día
siguiente fueron a la biblioteca para buscar si Alfonso había existido de
verdad o lo habían soñado.
Vieron que
no lo habían soñado, que había existido de verdad, y que llegó a ser Rey,
porque su hermano había muerto y no tenía hijos. Fue rey de Aragón y Navarra.
Se casó con doña Urraca de Castilla, aunque su matrimonio no duró mucho.
A partir de
aquí Alfonso I empezó a luchar contra el Islam, conquistando Zaragoza, Tudela,
Tarazona, Soria, Calatayud y Daroca. Participó en la toma de Huesca y ayudó al
Cid en tierras valencianas. Por todo esto fue apodado ´´El Batallador¨
Los cuatro
amigos se quedaron muy asombrados de haber conocido a Alfonso I el Batallador,
aunque no se lo podían contar a nadie porque no se lo creerían.
CETINA,
LA MÁQUINA DEL TIEMPO
¡ Hola chicos! Voy a presentarme, me llamo Jorge y tengo 11
años y estoy en quinto de primaria.
Mis mejores amigos son: Paula, Sonia y Alberto; juntos
formamos un gran equipo. Todos estamos en la misma clase. Pero a continuación
os los voy a presentar mejor, incluido yo mismo.
Como ya os he contado antes mi nombre es Jorge, y mi pelo es
de color rojo, algunas pequitas adornan mi cara, algunos dicen que soy un poco
travieso, pero bueno… eso habrá que verlo.
Mi amiga Sonia tiene diez años, es la chica más aventurera
que conozco. Su pelo es de color rubio, le gusta llevarlo corto y sus ojos son
azules. Es muy guapa, o al menos, eso es lo que dicen.
Paula es la más tímida del grupo, es muy buena en los
estudios. Su pelo es moreno y lleva una melena que le cubre la espalda. Todos
bromeamos con ella y le llamamos Rapunzel. Se me olvidaba, tiene 11 años.
Por último, y no por eso más importante, está Alberto, es el
benjamín del grupo tiene 10 años recién cumplidos. Su pelo es rizado, necesita
gafas, es un poco despistado y algo patoso. Suele tener algún que otro accidente de vez en cuando.
Bueno ahora que ya nos conocéis un poquito más, os voy contar una historia, que aunque parezca
increíble, ocurrió de verdad.
El otro día nuestro profesor, el sr. Vicente, anunció en
clase que el viernes íbamos a ir a la exposición de inventos anual. La hacen
todos los años, pero nunca nos había tocado ir. Nos pusimos todos como locos al
enterarnos.
La clase se alborotó, como un gallinero, y todos comentábamos
lo que allí íbamos a encontrar. A mis amigos y a mía nos encantan estas cosas.
Esa semana se nos hizo muy larga, parecía que nunca fuese a terminar.
Pero, por fin, ha llegado el viernes, hoy es el gran día.
Esta noche casi no he podido dormir, he estado pensando en lo que iba a ver y
estaba muy nervioso y excitado.
He sido el primero en levantarme, mi madre me ha dicho que
era la única vez que nome había llamado para ir al cole. Incluso me ha sobrado
tiempo, cuando he llegado al cole, nisiquiera el conserje había abierto la
puerta.
Al llegar a la fila, he buscado a mis amigos Paula, Sonia y
Alberto. Todos estaban tan nerviosos como yo.
_ Chicos, ¿os imagináis que pudiéramos probar alguna
máquina?_ dice Alberto.
_ A mí me encantaría_ dice Sonia.
Pero Paula, que es la más sensata les aclara: _Eso es
imposible, no se puede tocar nada de lo que hay expuesto.
Entonces llega nuestro profe y nos manda subir al autocar,
que lleva un rato esperado en la puerta. Vamos al Auditorio Central, allí es
donde está la exposición. Cuando llegamos, creemos estar en el paraíso, no nos
podemos creer todo lo que vemos. Hay aparatos de todas las clases; pero claro,
nuestros ojos se van directos hacia una gran máquina del tiempo. Los cuatro
dirigimos nuestros pasos hacia ella. Pero el sr. Vicente al vernos nos
reprende:
_ ¡ Cuidado! No toquéis nada, eso lo veremos al final.
Además no queremos ir a buscaros al pasado o al futuro,¡ja,ja,ja!
Y los cuatro al unísono decimos:_ Sí, sr. Vicente, no se
preocupe.
Nos alejamos de la máquina y seguimos con nuestra visita, es
la mejor excursión a la que hemos ido nunca. Pero yo sólo quería terminar con
la visita. Vosotros pensaréis, este chico está chalado, como puede querer
acabar si le encanta. Pues sí….era para
llegar al último invento, al invento de los inventos: “La máquina del tiempo”
De repente dice el guía:_ Bueno chavales, y para terminar
hoy vamos a ir a ver la superestrella de esta exposición._
Nos miramos y dijimos:_ ¡Bien, bien!
Se formo un gran alboroto en la sala, y el sr. Vicente nos
llamó al orden. Así que allí estábamos delante del objeto más alucinante que
habíamos visto nunca. Parecía un gran planeta de hierro, a su alrededor había
un aro, era de un color morado intenso, bastante llamativo. Toda la nave estaba
rodeada de unas grandes ventanas para poder observar el exterior. Nos
explicaron, que para que esa gran masa de hierro funcione necesita un
combustible llamado “acetilimpio”. Se que el nombre os parecerá un poco raro,
la verdad es que a nosotros también nos pasó lo mismo. Pero para que funciones
utiliza aceite usado reciclado.
Abrimos la puerta de entrada al interior de la máquina
aprovechando un descuido nos metimos dentro. Nadie se da cuenta porque han
salido fuera a tomar el almuerzo.
_ ¡Es alucinante!_ dice Sonia.
_ Tiene cuatro asientos, justo para nosotros_ apunto yo.
Entonces Sonia se sienta en el sitio del copiloto. Al verla
Alberto se pone al lado, en el lugar del conductor y nos dice a Paula y a mí:
_ Chicos, sentaos atrás que vais a vivir un viaje alucinante.
¡ Je, je,je!
_¡ Que bromista eres!_ dice Paula.
Alberto se sienta y empieza a mirar el panel de control de
la máquina.
Tiene un montón de botones, lucecitas y un panel donde
indica la fecha y hora a la que estamos hoy.
Para accionarla hay una palanca, que está situada entre los dos asientos.
Lleva una pequeña pantalla como si fuera un televisor, es allí donde tienes que
poner el lugar y la fecha a la que quieres transportarte.
Nos abrochamos los cinturones y nos entra una risilla
nerviosa de pensar donde podríamos ir. Entonces ocurre algo inesperado. Alberto
se pone de pie, al levantarse pisa a Sonia, y se da un golpe en el techo, es
tan grande el golpe que se cae de culo. Al caer lo hace sobre la pantalla, y
esta se pone en marcha. Cuando intenta levantarse, sin darse cuenta, se apoya
en la palanca y …acciona la máquina.
Todos comenzamos a gritar, y en medio de una gran nube de
humos, desaparecemos de allí. Tras unos segundos de confusión, se oye un gran
crujido y de repente la máquina para. Estamos asustados, pero no logramos ver
nada porque en el exterior hay una espesa niebla que nos envuelve.
Por fin Paula recupera el habla y dice:
_ ¿ Qué es lo que ha ocurrido?
Y Alberto le contesta:
_ Creo, que la máquina, funciona.
Entonces Sonia se levanta de su asiento, mira la pantalla y
dice:
_ ¡Madre mía! Ahí pone que hoy es 25 de febrero de 1634.
_ ¡No me lo puedo creer!_ dice Paula.
_ Pellizcarme, creo que todavía estoy durmiendo_ digo yo.
Miramos por las ventanas porque aún no sabíamos muy bien
donde hemos ido a parar. Fuera se oyen muchas voces, estamos intrigados y
asustados a la vez.
Yo, que aunque está mal decirlo, soy el más decidido abro la
puerta y bajo por la escalera. Estamos en la plaza de u pueblo, pero todo es
muy raro. Está todo adornado con banderines de colores. La gente va y viene de
un lado a otro, con gran prisa, ni
siquiera se dan cuenta de nuestra presencia.
Aquí están preparando algo importante.
Hay puestos en los que venden limonada, en otros hay queso,
galletas, incluso hay uno que venden burros, esto es alucinante. La gente va
vestida de una forma muy curiosa, nos duele la mandíbula porque no podemos
cerrarla debido a lo que hay ante nuestros ojos. Creo que ni pestañeamos.
De pronto una señora se acerca a nosotros y dice:
_ ¡ Bienvenidos a la villa de Cetina!
_ ¡ Muchas gracias señora!_ contestamos nosotros.
La señora nos dice que se llama Emilia, que si nosotros
queremos podemos ayudar. Nos mira un poco raro. Dice que vamos vestidos de
manera muy extraña, entonces todos pensamos lo mismo, porque a nosotros nos
parece que ella también viste “raro”. Nos cuenta que están preparando un
acontecimiento muy importante.
Sonia pregunta:-¿ Y qué es eso tan importante?
_ Estamos preparando un enlace, se va a celebrar mañana en
la capilla del castillo.
_¿ Y quién se casa?_ pregunta Paula intrigada.
_ Se casa un poeta llamado Francisco de Quevedo y doña
Esperanza de Mendoza, sra de Cetina.
Alberto pregunta: _¿Y es guapa esa señora?
Entonces Sonia le da un codazo y le dice: ¡Oye, no seas
maleducado!
_ ¡Qué travieso eres
zagal!_ dice la señora.
Doña Emilia nos cuenta la historia del genial poeta, porqu a
nosotros nos suena el nombre, pero no sabemos casi nada sobre su vida.
Su nombre completo era Francisco de Quevedo y Villegas,
también que nació en Madrid en el año 1580 y tiene cuatro hermanos. Que era un hombre muy culto e inteligente,
con varias carreras; estudió en los mejores colegios porque su madre trabajó
para la Infanta Isabel Clara Eugenia. En
1602 se traslada a Valladolid y allí es donde hace su primera incursión
en la poesía con el título: “Poderoso caballero es don dinero”. A los tres años
de vivir allí ya es un poeta famoso, y también comienza entonces su enemistad
con Luis de Góngora. Nos cuenta también
que todos pensaban que nunca se casaría, porque en sus escritos, siempre fue
contrario al matrimonio.
_¿ Queréis que os lea unas líneas de Quevedo?_ dice Emilia.
A lo que Paula responde:_Sí , por favor Emilia.
_ Bueno_ dice Emilia_ allá voy:
Siempre fui señor licenciado de opinión, que
a los hombres que se casan los habría de llevar a la iglesia con campanillas
delante, como a los ahorcados, pidiendo por el ánima del que sacan a
ajusticiar, y habían de llevar Cristo delante y teatina que los animasen.
_ Hala!_ digo yo_ ¡Cómo se pasa este Quevedo!
La señora nos invita a ir a su casa, porque la verdad, hace
un frío helador, tenemos mucha hambre, y estamos muy interesados en asistir
mañana a la boda. Emilia nos ha dicho que nos proporcionará un atuendo adecuado
para mañana.
Todavía no nos
podemos creer lo que estamos viviendo, tenemos que pellizcarnos para ver que
ocurre de verdad. Al andar detrás de Emilia nos fijamos un poco mejor en su
forma de vestir. Lleva un pañuelo en la cabeza, su vestido es muy largo, parece
pesar mucho, las mangas son tan anchas, que podría esconder allí hasta un gato.
Encima del vestido lleva un chal negro de lana para protegerse del frío.
Entramos en su casa y al mirar a nuestro alrededor nos damos
cuenta de lo diferente que es aquí la vida. No existe la luz eléctrica,
iluminan con velas y candiles. No tienen ni tele, ni agua caliente, ni sofá, ni
un montón de cosas que nosotros tenemos y no sabemos apreciar. Sólo hay una
sala presidida por una mesa de madera, y unos colchones hechos de paja. También
una chimenea que es donde ella cocina. Nos ofrece un trozo de pan y un bol de
caldo calentito. Le agradecemos y estamos tan cansados que cas se nos cierran
los ojos. Pedimos permiso y nos acostamos.
De repente el canto de un gallo nos despierta, nos damos
cuenta que ya es de día. Emilia viene y nos dice:
_ ¡ Arriba , holgazanes! ¡
Qué ya es de día! Hay que prepararse o se nos echará la hora encima.
Nos ponemos la ropa y al mirarnos unos a otros nos entra la
risa. Si tuviéramos una cámara…Nos montamos en un carro de madera, tirado por
cuatro caballos y vamos hacia la plaza de la villa. Esto es alucinante.
Cuando vemos
aparecer a Quevedo nos quedamos patidifusos.
Casi da miedo, al andar cojea, lleva el pelo bastante largo,
tiene bigote y una perilla cortada en forma de triángulo y lleva gafas. Viste
todo de color negro, sus pantalones son por debajo de las rodillas, lleva una
especie de medias de color blanco, sus zapatos son muy raros. Tienen la puntera
muy larga, como los de la bruja y llevan hebilla. También lleva un sombrero
enorme con una gran pluma roja.
Un rato después aparece doña Esperanza, la novia. Es una
señora muy bella, su pelo es rojizo y lo
lleva recogido, también lleva una tiara y un velo que le cubre el rostro. Su
vestido es muy bonito, incluso yo que soy
un chico lo pienso, la verdad es que parece una reina.
Se celebra el enlace en la capilla de un inmenso castillo
que hay en la plaza de la villa. Al acabar todos bajan a la plaza, donde han
preparado un gran banquete, al que está todo el pueblo invitado.
La verdad es que comemos fenomenal, nos dan carne asada, y
para nuestro asombro comen con las manos. Pero claro, en ese momento, empezamos
a pensar que hay que buscar la forma de regresar a nuestra época. Seguro que
nuestros compañeros, y hasta nuestro profesor deben estar muy preocupados por
nosotros.
Se nos olvida todo al ver que un grupo de malabaristas ha
empezado una actuación dedicada a los esposos. Lanzan unas piezas de madera al
aire, las cogen, les dan vueltas y no se les cae ni una sola. Luego los malabares los hacen con fuego, estamos
alucinando.
La señora Emilia que no nos ha quitado ojo en todo el rato
nos pregunta:
_¿Habéis cenado bien? ¿Os ha gustado la boda? Le respondemos
que todo estaba delicioso y que nos lo
estamos pasando muy bien.
Entonces ella nos dice:_ Todavía falta lo mejor, el baile.
Los chicos y las chicas del pueblo nos enseñan los bailes de
su época, bailamos y bailamos ¡qué divertido! Cuando termina el enlace buscamos
a Emilia y Paula le dice:
_Emilia ha sido usted muy amble con nosotros, sabemos que
hemos vivido un hecho histórico, lo hemos pasado genial. Pero tenemos que
volver a nuestra casa. Nuestra familia y amigos deben estar preocupados por
nosotros. A nuestra buena amiga se le
escapan las lágrimas, tengo que reconocer que a nosotros también. Le damos un
fuerte abrazo y nos dirigimos hacia la máquina. Al subir por la escalera echamos
la vista atrás y nos despedimos de la villa que tan bien nos ha acogido.
Prometemos volver con nuestras familias, eso sí, esta vez encoche y en el
futuro.
Nos ponemos cada uno
en su asiento, nos abrochamos los cinturones y decimos:
_ ¡Venga Alberto, vuelve a caerte y llévanos a casa!
_ ¡ Ja,ja, ja! ¡Qué graciosos!_ dice Alberto.
Paula dice:_ Mejor lo hacemos bien.
Entonces pone la pantalla el nombre de nuestra ciudad, la
fecha en la que estábamos, incluso pone la hora e la que ocurrió todo. Alberto le
da a la palanca y… detrás de una gran nube de humo desaparecemos y aparecemos
de nuevo en la exposición.
Cuando por fin desaparece el humo vemos que nuestros
compañeros y el profesor; por cierto con cara de enfados vienen hacia nosotros.
Ya han almorzado y entran a terminar la visita. Bajamos y entonces nos dice:
_Pero yo no os había
dicho que no tocarais ningún botón. ¡ Anda! Traviesos, salir de ahí ahora
mismo.
_ Pero…sr Vicente, ….nosotros…._dice Paula.
_ Nada, no quiero oir nada. Estáis los cuatro castigados, no
vais a poder ir a la siguiente excursión.
Bueno estamos castigados, pero, por lo menos nadie se ha
dado cuenta de nada; y nosotros hemos vivido la mayor aventura de nuestra vida.
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